"La escritura, la letra, está en lo real, y el significante, en lo simbólico"
Jacques Lacan (Seminario XVIII)

24 de diciembre de 2012

Bicho Bolita (no es un cuento para niños)


   Érase una vez un pequeño bicho bolita, que cuando que se encontraba con el otro, y hablo de cualquier otro, sea éste, familiar o desconocido; se enrollaba de tal manera que su cola quedaba enlazada a su cabeza, tanto... tanto... que no podía distinguirse una de la otra.

   Entonces, en esa posición quedaba absolutamente a merced de cualquiera.

   Por lo general ese otro no era un bicho bolita, era un espécimen alto, corpulento, fuerte, con borceguíes para aplastar cascarudos, cucarachas y particularmente, bichos bolita.

   Éste era muy pequeñito, y así dadas las cosas se volvía imperceptible.

   Unos decían “hay miguitas en el piso”, porque lo confundían.

   Otros directamente lo pisaban porque no se daban cuenta de su presencia y si lo alcanzaban a ver, tampoco le daban importancia a su existencia. Es más, para sentirse fuertes y competentes, necesitaban de cierto bicho bolita para pulular por al ambiente de una manera ostentosa.

   El bichito se sentía cada día un poco más bolita cerrada, decía: “qué poca luz que hay aquí”, o también, “zona de poca palabra, es ésta” y así seguía queja tras queja enumerando su relación empobrecida con el otro.

   Pero un día, se topó con alguien que lo rescató del último rincón del piso. Éste, tenía un cartel indicador en la frente que decía me llamo Ana y de apellido Lista.

   Este personaje le tiró agua en el cuerpo, lo hidrató y entonces el Bolita creció un poco,  como cuando llueve, que salen todos juntos a bailar malambo sobre la tierra húmeda, y se hacen un poco más visibles.

   Ana-Lista lo interrogó, lo investigó y lo puso en serios aprietos.

   Y le dijo: ¿Cómo es que usted se queja tanto y dice que es muy chiquitito, pero cuando no le gusta algo del otro se hace bola que incomoda? ¿Es que usted entonces según la circunstancia se hace  boleadora?

   El Bolita quedó dando vueltas como en una calesita, sin punto de tope, como en un camino sin estación terminal.

   Ana-Lista le puso la mano sobre su cabeza y dijo, STOP!!, utilizando su voz más gruesa. El Bolita paró su marcha de repente, con sus ojos bien abiertos y casi sin poder emitir sonido, primero tosió en señal de protesta contra Ana-Lista, y más tarde, cuando le retornó la tenue vocecita, dijo: tiene usted razón mi señora Ana, pues es que cuando el otro se mete en mi intimidad de una forma aplastante, saco mi boleadora o me hago una boleadora y de chiquitito paso a ser bola que arrasa. Claro que cuando eso hago, quedo todo lastimado.

   A continuación, Ana hizo un silencio que penetró hasta en las paredes de los edificios más gruesos.

   Después de ese silencio ruidoso, el Bolita pensó, “me hago el bolita, y me transformo de vez en cuando en boleadora, o soy una bolita y me creo una boleadora”, de cualquier manera, ninguna de esas formas le daba resultado.

   Y recordó la indicación de Ana-Lista que le decía muy seria, “habrá que hacerse cargo de la bola”. “Nos vemos la próxima”.

1 de octubre de 2012

La muñeca (micro-cuento)



Esa mañana salieron de su casa de la mano con un cierto misterio.

Su padre dijo que íban a ir a comprar algo y que esperaba su ayuda para eso. Viajaron hasta el centro. Llegaron a una juguetería, le hizo mirar todas las muñecas que había.
Le dijo que no importaba que fuera cara, que eligiera la que más le gustaba.
Ella no podía creer su gesto, iba a regalarle la muñeca más linda de la vidriera.
Entonces tímidamente, se animó a decidirse por la pelirroja de rulos, tan hermosa que a cualquier niña la hubiera impactado hasta querer poseerla.
Se la marcó con el dedo. Entraron al negocio, él le dijo sonriendo a la empleada, “eligió la colorada que está en la vidriera” La miraba como si estuviera orgulloso de ella.
El paquete era inmenso, al menos para una niña de cuatro años.

Lo colocó bajo su brazo. Tomaron el subte, y ella pensaba en el viaje, cuándo iba a dársela.
Se bajaron, caminaron hasta una casa señorial y tocaron el timbre.
Un conocido de él, abrió la puerta. Detrás de ese señor trajeado estaba su hija, una niñita rubia un poco más grande que ella. El padre tomó el paquete y se lo entregó.

Silenció lo que sintió en aquel momento. Lo dejó guardado, hasta que un día de grande se lo contó a su madre y no le creyó.

Ese fue su primer contacto con la angustia, y no sería el último.

13 de agosto de 2012

"De las palabras que enferman y curan el cuerpo"

Finalista del Concurso Internacional de Poesía y Narrativa de la Editorial de los Cuatro Vientos, 
y forma parte de la Antología Poetas y Narradores Contemporáneos 2012 de la misma editorial.


  Las coordenadas parecían anclarse en un punto, y ese punto era el que determinaba la posición actual del sujeto. Su historia personal había hecho tope en el cuerpo. Haymuchas maneras de anoticiarse de los acontecimientos de la vida, y ésta, la elegida; era una forma más que dolorosa. Recordaba que había aprendido que hay modos deenfermar diferentes, y que así como se vive, se enferma, y que cómo se enferma, se muere. Y que no es que por que uno se enferma, entonces se puede morir; sino que, por
que se puede morir entonces uno se enferma.

  Conocía la existencia de virus, bacterias, infecciones varias, órganos, órganos del cuerpo, sistemas, etc. Sabía que las enfermedades pueden ser congénitas, heredadas genéticamente, y que el cuerpo a veces se hace el malo, o se comporta de forma indiscriminada sin que los sujetos que lo portan puedan cambiarlo.

  La mortificación máxima de todos sus pesares tomaba forma de tumor, así como otras veces se había vestido de accidente callejero, caídas en la calle, choques con el auto o huesos quebrados.  Pero en esta oportunidad había llegado a su punto más álgido.

  En un control  ginecológico de rutina, le descubren dos tumores en las mamas, una tomada en sus tres cuartas partes; y la otra con un tumor más pequeño. Se efectuaron punciones varias a repetición y se extrajeron muestras para analizarlas patológicamente.

  El resultado fue células cancerosas, pero lo que no decía el informe del médico patólogo era cuántas células de ese tenor había en la muestra, ni hasta donde se extendían, ni que pronóstico tendrían las mismas y la paciente que las portaba.
 
  Nunca había tenido una experiencia ni parecida, en su propio cuerpo, claro; pero si había vivido la muerte de su padre con un cáncer de cerebro que acuchilló su corazón y atravesó su alma.
 
  Hubo que operarla con prontitud, y todo parecía aletargarse en el tiempo, las consultas en el Hospital o las varias prácticas sufridas, ecografías, mamografías, punciones por medio de ecografías, centollagrama, marcación de los tumores y posterior operación con extirpación de una mama casi completa y un cuarto de la otra.

  Pero, vuelvo a repetir, las coordenadas parecían anclarse en un punto. Cuál era el suelo que pisaba? , en qué baldosa estaba? Había comenzado a contar para atrás la historia de su vida, leí para atrás en el tiempo y abrochaba, leía y abrochaba los hechos actuales con el pasado.

  Su tiempo anterior era oscuro, opaco, en cuanto al amor recibido, a los sentimientos que eran de mucha soledad en compañía, donde reinaba la ignorancia, que como se dice, es el peor de los afectos que un ser humano puede recibir. Hasta que una frase familiar en boca de un miembro de la misma, blanqueó lo que la paciente había sospechado desde siempre.

  Que estaba demás, que era un estorbo para él, y esa frase pronunciada pasó a perforar su espíritu, dio en el blanco donde el significante toca el cuerpo para enfermarlo. Pero cuáles eran esas palabras tan horrorosas, tan corrosivas? Ella escuchó: “Tu vida me cagó la existencia”, “cuando vos naciste, me jodiste la mía”. Y se produjo un blanco, un estado de congelamiento que no pudo más que dejarla perpleja, azorada frente a la boca devoradora del otro. Esa voz que portaba esa palabra, era un trueno que derrivaba su alma. Y así devastada y sin poder salir de ese estado descripto, pudo mirarse los pies más allá de esa voz que había escuchado, reconociéndose en el hilván de esos dichos de su  hermano. Ella había aceptado durante toda su vida, ser ese desecho para el otro, ese resto que funciona estorbando, molestando; y prefería tener ese lugar antes que ningún otro.

  Pasaron los días, las horas, los segundos….eternos y rápidos; y se le revelaron sus propios pasos, ya no eran las palabras ajenas, eran las suyas en derredor de aquellas, las que la ubicaban. Y recordó el diagnóstico, casi innombrable, irreproducible: “Cáncer de mama”. Y cosió su posición subjetiva, la de su vida en relación al otro familiar, con esas palabras pronunciadas propias y ajenas, donde si con su vida le había cagado la existencia lo mejor era enfermar para morir, retirándose como resto del discurso del otro.

  Claro que no iba a culpar a las palabras, ni a ningún otro que las pronunciara; se hacía cargo responsablemente de que su posición había enfermado el cuerpo, y no en cualquier parte, sino en las mamas. 

  Pensó que ya era tarde, pero de todas maneras quiso dar la vuelta, juntar las cartas de la mesa y barajar para dar de nuevo. No sabía si tendría una nueva oportunidad, para curarse, para vivir desde otra posición que esta vez no fuera de resto del otro, de tacho de basura del mundo, y que pudiera dar esa vuelta para curar algo de la palabra que había enfermado el cuerpo.

  Eran las cuatro de la tarde en el reloj, la operación había durado muchas horas; la anestesia había cumplido su función y se estaba retirando, los cachetazos de la cirujana oncológica golpeaban su cara para que se despierte y escuchó su voz que le decía; “Descorche el champagne señora, la biopsia dice que el cáncer se ha negativizado”.
 
  No todas las historias de pacientes con cáncer son como ésta, ni terminan en un festejo pero éste es un cuento real, de cuando ciertamente la palabra enferma y también cura al cuerpo.

28 de mayo de 2012

Breve Comentario sobre Poética

   Cuando hablamos de Poética necesariamente tenemos que hacer referencia a la estética como rama de la filosofía.
   Para partir de los conceptos de estética clásica tomamos el de mimesis (como sinónimo de imitación), de la naturaleza que como un fin esencial tiene al arte.
   La base del arte, en principio está en la copia, en el copiar la apariencia de las cosas.
   En cambio la poética, que deriva del término griego poiesis, (significa hacer o realizar) y hace referencia a la creación o producción que se separa de esa mera copia.
   Entonces el Acto Creativo, denota o manifiesta el aspecto productivo de la experiencia estética en cuestión.
   Platón nos dice al respecto que es la causa que va del no-ser al ser.
   En tanto la poética es una ciencia nonotética que posee como objeto de estudio a las artes. Es la ciencia que estudia el discurso literario, en general y se ocupa del lenguaje poético de manera específica.
   Igor Stravinsky, nacido en Rusia, uno de los músicos, compositores y directores de orquesta  más importantes del Siglo XX nos dice que es un hacer que establece un orden, y que ella es el estudio sobre la obra que va a realizarse.
   Martin Heidegger, filósofo alemán perteneciente al mismo siglo, y que Lacan toma como pensador en gran parte de su enseñanza,  utiliza la palabra “alumbramiento” para referirse a ella.

   Qué nos dice Lacan sobre qué es la poética.

   Una definición posible sobre ella, es que la encontramos en cada análisis en la invención de un sujeto cuando establece un nuevo orden simbólico en su vida, que se manifiesta en la relación nueva que aplica a la realidad.
   Lacan hace referencia a esta idea en el Seminario III llamado Las Psicosis.
   Nos dice allí, al final de la página 114,  “La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo.”

   Ahora por qué hacer un blog que lleve por nombre Poética Despiadada.
   Si la palabra despiadada significa en su esencia la crueldad o lo inhumano, haciendo referencia al sin compasión, o al actuar con crueldad sin tener en cuenta el sufrimiento ajeno, entonces por qué una poética que sea despiadada, en lugar de una que sea romántica, dulce, cortés, etc.
   Aquí hay que hacer una torsión, dado que la crueldad no es con el otro, sino con la palabra misma, o mejor dicho con la cosa que está representada por la palabra que la enuncia. Recordemos a Lacan releyendo a Freud que nos dice que, la palabra es la muerte de la cosa.
   Podemos decir entonces que la palabra en sí misma es despiadada con la cosa a la que intenta nombrar. No podemos ser inocentes en este sentido. De allí que la poética, que intenta denominar a la cosa misma, se torne un tanto despiadada con ésta.

   ¿Será por eso que la invención* de la palabra escrita o hablada, o del pequeño saber hacer con el lenguaje en la poesía son las indicaciones de Lacan a la hora de lo que se espera de un fin de análisis?



*A esta altura cabe efectuar una distinción conceptual entre los términos creación e invención. Dado que la creación es siempre ex-nihilo, es decir se produce sobre la nada a diferencia de la invención que es una producción que hace colage sobre lo que ya está, articula lo pre-establecido, digamos lo ya existente. En este sentido es una producción nueva ante la que se venía dando.   J-A Miller en su texto “La invención psicótica” diferencia ambas cuestiones y acuerda que lo que se efectúa en un análisis pertenece al orden de la invención y no al de la creación. Bien vale tener en cuenta dicha diferencia conceptual.

1 de mayo de 2012

Algoritmo

    De mi red tripartita
    escucha, letra y canto.
    Mezcla limpia de agua ardiente.

    No la uso cuando tengo sed.
    Tampoco cuando tengo hambre.
    No es necesidad biológica lo que abastece

    Se reinventa, me recrea en cada puerto.
    Gira en torno de la voz con zeta.
    Es una solución posible, mi posible solución constante.

    Según la oportunidad
    es nudo destapa hueco ó atrapa hueco,
    contenedor de vacío.

    No es tampoco a demanda cuando existe.

    Es resultado que toma lo azaroso
    Ubica lo viable.
    Identifica lo que quiere.

10 de marzo de 2012

Palabras Cosidas

    De mis palabras
    encerradas en un ataúd
    cosidas en sus bocas.

    Que no pueden salir
    no puedo decir
    que no puedo escribir.

    Se me atraviesa el adjetivo
    Se me suicida el sustantivo

    ¿Cómo jugar con las palabras?
    Sin pelearme esta vez con el lenguaje.

    Sarcófago en las letras
    tienen las que escribo.

    Si pudieran jugar a bailar,
    a cantar en el papel.

    Desacordonadas, sutiles,
    desnudas, sensibles,
    Libres de espíritu.

22 de febrero de 2012

El objeto

    Remotas horas que vuelven del olvido
    Pasado, historia, cuenta hecha.
    Niñez anciana
    irrumpe en la memoria
    textos, pretextos, residuos,
    restos flotando sin hundirse.

    Cuerpo, magia
    sentidos, dolores,
    placeres, afectos.

    Trae acordes, melodías,
    sinuosas, escarpadas.
    Vibra, tiembla,
    se emociona,
    resurge
    en el intento.

18 de febrero de 2012

Mi enfermedad

    Ciénaga
    de hedor putrefacto
    que quema mis entrañas.

    Más quiero salir,
    Y más me hundo.

    Aún no sé cómo te llamás
    y sigo tu aliento,
    para encontrar tu nombre.
    Para saber quién es
    mi enemigo más cruento.

    Cuerpo, cansancio,
    deterioro, corrosión,
    son tus lugares predilectos.

    Necesito ubicarte
    saber tus coordenadas
    para entender tu juego.

    Intento ganarte la partida.

    No te tolero, y tal vez,
    seas mi compañera de viaje infinito.

    La muerte,
    certera
    pondrá fin a ambas.

    Espero esta vez
    logre equivocarse.

Escribo

    Escribo
    porque la palabra
    nunca dice lo que quiero.


    Porque los términos
    no recubren los destierros,
    los vacíos, los agujeros.


    Poética despiadada
    que no nombra
    lo que porta,
    sólo acontece.
    Habla, se acerca,
    sigilosa sin alcanzar
    lo que pretende.


    Nombra y al nombrar
    nunca dice
    ciertamente
    cómo se llama lo que siente.