
porque la palabra
nunca dice lo que quiero.
Porque los términos
no recubren los destierros,
los vacíos, los agujeros.
Poética despiadada
que no nombra
lo que porta,
sólo acontece.
Habla, se acerca,
sigilosa sin alcanzar
lo que pretende.
Nombra y al nombrar
nunca dice
ciertamente
cómo se llama lo que siente.
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